Problemática

Baja California Sur enfrenta una crísis estructural de recursos que ha limitado su desarrollo económico, social y productivo. En el corazón de esta problemática se encuentra la grave escasez de agua, que afecta no solo al consumo humano, sino también a la agricultura y la ganadería.

El estado se abastece principalmente de acuíferos sobreexplotados, con niveles cada vez más bajos y acuíferos costeros amenazados por la intrusión salina. Municipios como Comondú han visto reducida su capacidad agrícola y ganadera debido a la falta de agua superficial, la cual es prácticamente inexistente gran parte del año. La infraestructura hidráulica actual es insuficiente y obsoleta, lo que genera pérdidas significativas y limita cualquier posibilidad de expansión productiva.

Esta situación ha convertido al agua en un cuello de botella para el desarrollo, encareciendo los costos de operación, desincentivando la inversión y profundizando la dependencia externa de insumos y alimentos. La falta de agua también ha impactado la calidad de vida de las comunidades rurales, donde el acceso al vital líquido es intermitente, precario o simplemente inexistente.

Paradójicamente, la región se encuentra frente al océano Pacífico, con acceso potencial a una fuente inagotable de agua que, sin el aprovechamiento de tecnologías adecuadas como la desalación, permanece inutilizada. Esta contradicción entre abundancia natural e inaccesibilidad práctica define el principal reto del territorio.

Sumado a esto, la región sufre de aislamiento logístico, carencia de infraestructura agroindustrial certificada para exportación, y una economía limitada por la falta de integración a cadenas de valor globales. Sin soluciones estructurales, estos problemas seguirán perpetuando el rezago económico y la fuga de oportunidades.